miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿Por qué Relatos Intimos?

Un secreto: desde chica tuve “dilemas intelectuales”. Uno de mis primeros conflictos fue a los cinco años en una plaza con calesita, dos areneros con toboganes y columpios, cercana a la Estación de Tren Lisandro de la Torre, en Belgrano. Jugaba con varias amiguitas. Para el té, mi mamá había llevado galletas variadas; entre ellas, la tradicional galleta de agua. Yo la había masticado y digerido miles de veces; pero de pronto, el concepto “de agua” no me entró en la cabeza. No me imaginaba que el agua pudiera solidificarse de una manera distinta que no fuera hielo o nieve.
Es una vivencia, a primera vista, tonta; pero, en realidad, son los primeros encuentros con las cosas. De ahí en más, miles de palabras y conceptos me dieron vuelta. Mis grandes dilemas -que me causaron duda, inmensidad, miedo, plenitud, búsqueda- fueron dos palabras: libertad y belleza.
Un día, en una playa en Centinela del Sur, comenté a una amiga que el mar me daba sensación de libertad; obviamente, fue motivo de broma para toda la vida. Más allá de que soy poeta, siempre que en Mendoza escalé montañas y llegué a la cima, estiraba la vista -miraba todo lentamente y hasta el infinito- y sentía lo mismo: esa mezcla de belleza unida a la libertad. Belleza: toda la perfección, armonía.
Libertad: toda la capacidad de elección y decisión; la adecuada gestión del sí y del no que diseña la propia vida; haga lo que haga, armo un fragmento de la historia personal. Libertad que me permite alcanzar la máxima grandeza o la mayor degradación en mi biografía e identidad. Enfrentarme al futuro mientras proyecto, postergo, prefiero, elijo esto y no lo otro, acepto… la propia vida. No la mera capacidad de elegir Coca-cola o Sprite; sino, y sobre todo, la libertad de elegir algo grande para la trayectoria personal.
De la naturaleza, bajé a lo corporal. El cuerpo también expresa belleza y, a la vez, unido a la libertad, surgió un nuevo concepto de intimidad. Lo íntimo es tan central en el hombre que hay un sentimiento natural que lo protege, que lo resguarda.
¿Qué es la intimidad -ese “dentro” conocido sólo por uno mismo- tan importante que necesita protección?
¿Qué es lo íntimo? ¿Qué abarca? ¿Cómo se logra una apertura hacia adentro? ¿Qué es la intimidad, donde brotan las realidades más inéditas, lo que nos ocurre, los planes que ponemos en práctica, las invenciones creativas…?
Se puede sobrevivir sin intimidad, pero no se puede prosperar sin intimidad. Podemos tener de todo: auto, viajes, dinero…; pero sin intimidad, nos ahoga el vacío.
Ninguna intimidad es igual a otra; nadie puede leer los pensamientos de otro. Y el esfuerzo por conocerse a sí mismo es un esfuerzo que dura toda la vida, como la búsqueda por convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
En ese entonces, mi mundo giraba en la carrera universitaria (Comunicación Social) y en mi trabajo como periodista en una revista de moda. Con una mirada nueva, sin prejuicios, aprendí gracias a cada historia recogida aquí. Cada testimonio de las personas, que atravesaron una situación relacionada con la intimidad, fue un disparador para profundizar en la mía.
Porque me gusta compartir lo que vivo o tengo, este libro nació para comunicar los apuntadores que lograron la reflexión y el pensamiento. Las personas que relataron sus experiencias supieron manifestar lo que llevan adentro para dialogar, compartir, intercambiar. No hablaron al desierto.
Tomás y Ana que, gracias a su romanticismo, se permitieron descubrir de a poco los distintos niveles de la intimidad, sin avasallar ninguno, ni apagarla por ir rápidamente sólo a la intimidad corporal.
Sofía, que llenó su interior con otros intereses y acrecentó su sensibilidad.
Santiago, Carla, Sol que bucearon sobre la intimidad corporal descubriendo el respeto, la autoestima, el amor.
Y las demás historias que recorren el amplio mundo de la interioridad: tan lleno, abundante, personal; que permite el auto-conocimiento, valorarse y valorar a los demás. Algunas son vivencias que muestran cómo nos enriquecemos, dando; si después de conocernos, compartimos lo que somos en el momento oportuno.
Quien tiene mucho dentro de uno mismo, mucho puede dar.